sábado, 22 de diciembre de 2007

Invitacion...

La convocatoria siguiente -abierta a personas de todas las edades- busca reunir una amplia gama de relatos, que contengan entre una a cinco páginas. Los relatos deben indicar la época en que sucedieron, qué edad tenías en ese entonces, y la escuela o liceo a la que te refieres –estos pueden ser datos que puedes incluir al final del texto-. Se recomienda escribir, entre otros temas, sobre: un profesor o profesora que haya marcado en algún sentido tu vida escolar; situaciones relacionadas con el contexto escolar y la vida social-histórica de Chile; la relación entre escuela y tu barrio o comuna; las jornadas escolares y la cotidianeidad; las asignaturas y las actividades extra programáticas; los compañeros y compañeras…

Historias de Aula


Saliendo del colegio, camiones entregaban uvas de exportación, aquellas que Estados Unidos ya no quería, 1989. Uvas enormes, dulces, que nunca más he degustado.

Las mesas insertadas en el piso, inmóviles, como todo el edificio de concreto. Nosotros, los habitantes, aceptábamos la interrogación del profesor: “ustedes creen que si yo me dedicara a estudiar ruso durante seis años, ¿aprendería?”, y algunas voces pronunciadas, o internas, dijeron si… entonces él nos pregunto con fatalidad: “entonces, ¿por qué no aprenden inglés?”.

La Gran Avenida vio la marcha de nosotras, un grupo de niñas de liceo. Nuestras armas eran viandas, cuchillos y tenedores. La Jornada Escolar Completa que se iniciaba en 1997 en el Liceo no consideró la construcción de un casino para que pudiésemos almorzar ni becas suficientes, entonces nuestro Centro de Alumnas organizó una marcha a través de los paraderos de la Gran Avenida. Interrumpiendo el tránsito frente a la Municipalidad, terminamos corriendo de un lado al otro de la calle.

El paro de profesores de 1993 nos pilló intentando hacer una revista clandestina. Todo el sistema de distribución secreta estaba listo, uno de los lugares estratégicos sería la biblioteca del liceo. Salimos a reportear, me encontré con una profesora que había conducido un taller literario en San Miguel, y seguí las rutas de la marcha desde el monumento de Pedro Aguirre Cerda hacia la Alameda. Allí, frente al Ministerio de Educacion, todo fue caótico, y tanta mi inexperiencia en estas circunstancias… que atrapado por el verde duro y militarizado, me vi apresado. La constancia dijo que había sido detenido por consumo de alcohol en la vía pública.